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En la vida
viernes, 30 de septiembre de 2011
* Carta a una Mujer maltratada *
Querida desconocida: Sé que estás sufriendo a
causa del trato que te da tu esposo. Talvéz ni te das cuenta de que eres una
mujer maltratada, y yo quiero ayudarte. ¿Me dejas?. Mis palabras pensarás en
principio que te hacen daño y seguramente dejarás de leer en algún momento; pero
volverás hacerlo, porque en el fondo sabes que tengo razón. Crees que te
quiere a pesar de sus insultos, de sus amenazas, de sus golpes y de sus
desprecios, porque después llora, dice que se arrepiente, que no sabe qué le
pasa y te pide perdón, prometiéndote que nunca más lo volverá a suceder. Cuando le
oyes decir que te quiere, tu sensibilidad sale y lloran juntos abrazados,
incluso piensas que tú tuviste parte de culpa, porque en cierta forma lo
provocaste al llevarle la contraria o al reprocharle que llegó tarde o que bebió
demasiado. Llegas a compadecerlo pensando que fuiste injusta, porque es un buen
hombre, pero no está bien, algo le pasa en su cabeza. Pasan unos días tranquilos
y vuelve a repetirse y vuelves a pensar que todo iba bien y que lo estropeaste todo
porque si hubieses estado como aquellos días, en que no te quejabas ni
protestabas, todo hubiese seguido igual. No te das cuenta que no tienes culpa
alguna. No hay nada que justifique una paliza, ni hay nada que justifique la
humillación, ni hay nada que justifique un trato así. Aún en el caso de que tú
hubieses hecho algo mal, no sería justificable. ¿O acaso tú haces lo mismo con
él?. Como mucho, sólo te defiendes; pero casi ni a eso llegas. Tu cara refleja
sufrimiento, triste, con ojeras, y ese nerviosismo que te acompaña es producto
del miedo, miedo a que en cualquier momento explote de nuevo; estás en alerta
constante. No te dejes maltratar más, por favor. Ni tú ni nadie lo merece, y
quién pega una vez , pega dos y tres y cuatro..., y quién insulta, amenaza,
controla tu vida, te veja ,.no cambia, lo repetirá.
No puedes permitirlo, amiga. Tu vida es muy
valiosa y puedes encontrar la paz y la alegría que te faltan. Si no eres capáz
de dar el paso de dejarlo para siempre -porque para siempre tiene que ser, pues
de otra forma volverás a lo mismo-, busca ayuda en profesionales o, al menos,
consúltales. No necesitas dinero: te atenderán gratuitamente en el Ayuntamiento
o en el Centro de Información a la Mujer de tu domicilio o llama al teléfono 911
o a otro teléfono de ayuda de tu Comunidad. Si estás fuera de tu país
probablemente tendrás algo similar: la propia policía puede informarte. Piensa
también en tus hijos, que están viviendo esa pesadilla de ver a su padre
atacando a su madre. Ellos sufren también, y es muy posible que en un futuro tu
hija sea una mujer maltratada y tu hijo un maltratador, porque esas conductas se
aprenden. Piensa en tí . No aguantes más. Tu vida puede ser muy diferente o
seguir así. Tú decides. No tengas vergüenza, porque nadie se va a asustar; no
eres la única a quién le sucede. Lo vergonzoso es el comportamiento de él. Te va
a costar, amiga mía, pero te aseguro que ese esfuerzo merece la pena: imagínate
un futuro sin miedo, sin gritos, con tranquilidad.
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