El
silencio es muy útil para reponer fuerzas, energía espiritual, para
calmarnos, para encontrarnos con nosotros mismos, para conocernos
mejor, más profundamente.
El silencio es imprescindible para ser creativos. Todo artista,
científico, pensador, necesita desplegar en su interior un gran
silencio para poder generar percepciones, ideas, creaciones. Los
grandes genios del arte y de la literatura fueron hombres que dedicaban
mucho tiempo al silencio. Y de esos momentos de silencio brotaron las
grandes obras. Es lo que llamamos el silencio creador, fecundo,
productivo.
Es condición indispensable para escuchar y encontrarnos con Dios.
Jamás le escucharemos si estamos sumergidos en el oleaje de la
palabrería, dispersión, agitación. El encuentro con Dios se da en el
silencio del alma.